Cuando hablamos de los sistemas de transporte privados, la mayoría de personas piensan en la industria del automóvil. Esto no es de extrañar, si pensamos que, desde que Henry Ford comenzara a fabricar su modelo T utilizando un sistema de cadena de montaje en 1908, algo absolutamente revolucionario para su época, el sector automovilístico ha experimentado una expansión constante y sin freno, a lo largo y ancho de los cinco continentes, hasta monopolizar con mano de hierro el transporte privado motorizado.
Las tímidas-y escasas- propuestas alternativas al automóvil que históricamente han aparecido, principalmente como vehículos conceptuales diseñados por los propios fabricantes de automóviles, han sido creados más como un intento de sondear el mercado o de mostrar la fuerza de la marca que con una intención real de desplazar al automóvil tradicional de su trono en el mercado. Y, lógicamente, la mayoría de estas propuestas han sido aplastadas por el enorme peso del automóvil, quedando reducidas, en el mejor de los casos, a un valor residual del mercado para personas que no se conforman con las soluciones tradicionales.
A corto plazo, no se vislumbra el final de esta situación. O al menos esa es la convicción de los principales fabricantes automovilísticos, que están trabajando en dos líneas principales, montadas siempre sobre la base del automóvil tradicional. Por un lado, destaca la investigación y los avances de las compañías en materia de conducción autónoma; mientras que por otro se trabaja en sustituir el tradicional motor de combustión interna por alternativas sin emisiones directas, como motores eléctricos o propulsados por pila de hidrógeno.
No obstante, existe un problema implícito al automóvil tradicional que ni el motor más ecológico podría solucionar: el problema de la ocupación. Únicamente hace falta fijarse en los vehículos que circulan por una gran ciudad a las horas ‘punta’ de entradas y salidas laborales para observar que la gran mayoría de vehículos van ocupados por una única persona que, para colmo, no suele llevar mucho más equipaje que una maleta o mochila. Es decir, tenemos las calles abarrotadas de máquinas diseñadas para transportar a cinco personas (o más) y hasta 500 litros de equipaje funcionando a menos del 20% de su capacidad. Y esto supone un despilfarro energético enorme, hasta para el motor con el mejor de los rendimientos. Las autoridades de numerosos países ya se dieron cuenta de este problema, y desde hace muchos años se vienen realizando campañas que promueven el uso del transporte público, de la bicicleta, de ir caminando a los sitios o de compartir vehículo.
Algunos fabricantes creen en que la solución a este problema, y de paso al tráfico en las grandes ciudades, pasa por los llamados transportes eléctricos personales. Este tipo de vehículos, de características y diseños muy variados, tienen en común unas pocas líneas. Son pequeños, maniobrables y de bajo consumo en comparación con los vehículos tradicionales, y están diseñados para trayectos cortos y con ligero equipaje, habituales para la mayoría de personas que tienen que desplazarse a diario a su puesto de trabajo.
Probablemente, el vehículo pionero de este tipo es el Segway Personal Transporter, conocido habitualmente por el nombre de la marca, Segway, que en 2001 se convirtió en el primer vehículo que empleaba un giroscopio conectado a un ordenador para mantener el vehículo en equilibrio, respondiendo a la inclinación corporal del conductor.
Otro interesante vehículo de este tipo, es el llamado SoloWheel, con un funcionamiento similar al del Segway, pero con una portabilidad aún mayor. En este caso, se trata de un vehículo con forma de maletín con unos 10 kilogramos de peso, pero que es capaz de alcanzar los 20 km/h.
Diseñado por el mismo fabricante que el anteriormente mencionado, es necesario mencionar también el Hovertrax, parecido a simple vista a un monopatín, que con solo 6 kilogramos de peso es capaz de recorrer hasta 15 kilómetros con sólo 1 hora de carga de batería.
Además de estos tres modelos, que son los más conocidos por el público en general, es necesario estar atentos a la infinidad de prototipos que las compañías automovilísticas, en especial las asiáticas, impulsadas por la altísima densidad de población de sus ciudades, están desarrollando. Ejemplos de prototipos de este tipo responden a nombres como Hyundai E4U, Toyota i-Road, Honda U3-X o Citröen E3-Pod.
Realmente, nadie sabe muy bien si alguna vez estos vehículos tendrán una penetración real en el mercado, llegando a reducir el tráfico de automóviles tradicionales en trayectos urbanos. No obstante, el interés de grandes compañías en aplicar investigación y desarrollo a estos prototipos indica que, al menos ellas, ven un nicho de mercado interesante para explotar. Habrá que estar atentos al sector de los transportes eléctricos personales, que hoy aún se encuentra a la espera de la llegada de su particular Ford T.
By: Diego Cuervo